Reflexionando mi pobre vida me di cuenta de algo terriblemente ¡alarmante!.
Adimiro a varios maestros, escritores y amigos pero por alguna patética razón no admiro a ninguna mujer contemporánea, ni maestra, artista, escritora, ni amiga, para colmo no admiro (tal ferreamente como a algunos hombres) ni a mi madre, la amo y eso, pero me cuesta admirarla, en el entendido de que aquellas personas a las que admiras se convierten en ejemplos a seguir en tu vida.
Peor aun, si lo pienso más a fondo no tengo ni escritoras clásicas favoritas, si acaso Jane Austen y paremos de contar, ¿Será que entre mujeres nos exigimos cierto grado extra de perfección? Justo lo decía Austen en su célebre Orgullo y prejuicio cuando Lissy y el sr. Darcy discuten sobre si hay mujeres con "admirables" características, Lissy dice que no cree que el sr. Darcy conozca a alguna mujer tan llena de dotes como la que describe y él contesta que ella es demasiado dura con su propio género, la verdad es que esta situación es bastante preocupante, los hombres son minoría en el planeta cuantitativamente hablando, pero se mantienen muchísimo más visibles en todo y eso los mantiene en ese estatus de poder, hay mujeres brillantes que simplemente son desconocidas porque hay una luna masculina que las eclipsa.
Como un buen ejercicio de vez en cuando es bueno buscar entre nuestras conocidas, mujeres a las que podamos admirar y amar, en mi caso, esta entrada me permitió darme cuenta que sí tengo un par de mujeres que admiro, respeto y quiero mucho, que sin ser tan consciente de ello han guiado mis pasos profesionales y personales con esa luz que irradia su existencia, esa es la importancia de dar crédito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario