Recuerdo esa canción que tanto me daba miedo, del cuento de los 3 cochinitos y el lobo feroz, tenia el audiolibro y por supuesto ahí tenia efectos de sonido que incrementaban con gran facilidad el miedo que me daba esa canción de cuando lo cerditos cantaban alegres en la casa de concreto seguros que el lobo nunca iba a tirar esa casa.
Ahora y después del incidente de las votaciones donde alguien de forma anónima puso "Que se calle Jessica", recordé a alguien que en mi primera generación comenzó así y terminó en un casi-odio ferreo, con amenazas de todo tipo, claro todo desde la comodidad del anonimato y las redes sociales, sin embargo, al recordarlo me di cuenta que le tengo miedo, no a que reaparezca y ponga a la gente en mi contra, ya sabré yo defenderme o dejarlo pasar como hizo mi novio (en esa época en la que sabiamente, me dijo, que todos eramos demasiado jóvenes para enfocarnos en lo verdaderamente importante) que nunca dijo ni replicó nada, así no le dio importancia y tampoco me defendió (verdad?), sino al hecho de que fue uno de los monstruos de mi juventud, nunca lo enfrenté porque atacaba y escondía la mano, nunca pude aclarar el asunto porque él/ella nunca lo permitió, así que se volvió un monstruo sin rostro, con una voz taladrante y asesina que nunca pude dimensionar correctamente.
Lo que me hace pensar ¿cuántas veces algo insignificante nos aterra?
Aquello que podemos enfrentar, siempre es más fácil, probamos nuestro valor o nos sumergimos en la cobardía (y la salvación algunas veces), actualmente nos da miedo el gobierno porque es una entidad gigantesca que nos amenaza y nos priva de nuestros derechos humanos, pero lo vemos, esta ahí frente a nosotros, pavoneandose en su poder (que nosotros le damos), pero ¿qué pasa con la inseguridad? Aquel miedo que le tenemos a que nos maten en la calle, a que nos den levantón y nos torturen, ese monstruo esta oculto, sabemos que es enorme pero no sabemos qué tanto, ni en qué momento su dimensión nos va a atacar, ¿quién es bueno/malo? Perdimos ya esa confianza de creer en el otro, vemos enemigos donde sea porque ese monstruo no esta a la vista.
Así como a mi me aterra ese "anti-fan" que me atacó, y que nunca supe de dónde venia el golpe, como adultos nos aterra la incertidumbre, el no saber cómo es el enemigo y no podernos preparar para afrontarlo o morir en el intento, no es de extrañar que en vísperas de las votaciones el discurso de algunos candidatos (en realidad todos) sea el del terror, si votas por este o aquel, ese monstruo de la desigualdad te va a comer.
¿qué hacer entonces con estos miedos?
No tengo una respuesta, por el momento creo estar en la fase de reconocer que tengo miedo, el monstruo seguramente en su cueva ya esta muerto o con el tiempo se hizo mas mezquino y agresivo no sé, pero si vuelve o se manifiesta en otra carne, creo que puedo afrontarlo desde otra perspectiva, más adulta (no sé si madura), ya no me viene grande, mi armadura es más fuerte y mi espada más filosa, soy mi propio caballero defensor, ese que ni mi novio pudo ser.
Al final del día cabe recordar que toda acción mala que se responde con otra peor solo genera un círculo infinito de odio y terror, si acaso buscaré a la persona que pidió mi silencio y trataré de entender qué le motiva a quererlo, seguramente esta viendo algo que yo no y eso lejos de enemistarnos puede ser enriquecedor para ambas partes, trataré de aferrarme a la fe en la diversidad de perspectiva y por supuesto ser tolerante.
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